Lo explica muy bien en este artículo Celemín. Así que lo subo y lo suscribo.
21 febrero, 2012
Cipayos, violencia y estrategias no casuales
No es casual que con la llegada del trinque al
gobierno, los casos de abusos policiales hayan aumentado un 500%. Es verdad que cuando sufrimos las
primeras agresiones en las manifestaciones contra el pago institucional de la
visita papal (que no contra el Papa),
eran otros los que gobernaban. Y es verdad que cuando en Barcelona, los infiltrados policiales empezaron la
gresca que acabó con las agresiones a miembros del 15M, quienes gobernaban en el
estado eran los que ahora se rasgan las vestiduras. Pero desde los primeros años
setenta no se veían casos de agresiones a chavales de 14, 15 años. No se veían
imágenes como la del cipayo en valencia que levantó en vuelo a una niña por los
pelos y que encima también la agredió verbalmente diciéndola
que no tenía cuerpo ni para puta. Tampoco
creo que sea casualidad que, como en aquellos años 70, aparezcan neonazis que,
perfectamente coordinados y organizados acuchillan a ciudadanos que no piensan
como ellos. Mucho menos creo en la casualidad de que un policía de uniforme
tenga la ocurrencia de exhibir un llavero con la imagen del eunuco asesino y
genocida en plena faena y que su superior no le diga nada, ni
le detenga por apología del fascismo.
Tampoco creo en las casualidades del parecido
entre lo vivido ayer en Valencia por los estudiantes y lo que viví personalmente
en el año 78 en la margen izquierda de la Ría del Nervión. Ayer, al igual que
entonces, la policía soltaba su porra a pasear contra toda persona que circulara
en su trayectoria. Estuvieras o no metido en la manifestación. Tuvieras o no
edad para tener conciencia política. Ayer, como entonces, la policía soltaba
pelotas de goma, como si todos los que allí estábamos fuéramos miembros de la
ETA. Ayer, como entonces, se trataba de “provocar” por parte de la policía para
justificar los desmanes. Ayer como entonces, al mando de la policía había
personas que no creen en la libertad, que hablan del pueblo llamándoles “enemigos”, que creen que esto es una
guerra en la que ellos son los buenos y los demás peligrosos asesinos.
Y como no creo en las casualidades y se el percal
del que están hechos estos asquerosos fascistas, tengo la sensación de que,
ahora como en los años siguientes a la muerte del golpista asesino, lo que se
intenta es desestabilizar el estado para poder perpetuarse en el poder.
No puede ser casualidad que se condene a quién
intentó perseguir a los asesinos de la dictadura. No puede ser casualidad que
los jueces “ayuden” a redactar las demandas a los fascistas contra los jueces
que quieren perseguir a sus ancestros. No puede ser casualidad que se elija un
jurado popular para juzgar el mayor caso de corrupción de la historia de este
país y que se haga en la comunidad dónde se vota masivamente a quiénes tienen
decenas de casos de corrupción. No puede ser casualidad que, antes, la fiscalía
pidiera veinte años de prisión para el ex-alcalde de Totana y exdiputado regional del partido
podrido, y ahora llegue a un acuerdo con él para condenarle a
2 años (y por tanto, para no entrar en la cárcel). No puede ser casualidad que,
en todas sus escusas para la violencia hablen de que el “enemigo” no respeta la
ley, mientras tienen decenas de procesos sumariales precisamente por no respetar
la ley. No puede ser casualidad su intento por mantener en el candelero las dos
Españas: la de los que somos víctimas y la de los que se sienten víctimas porque
no hacemos lo que ellos nos ordenan.
Es el momento de llamarle la atención en la
escalera al cipayo que sea vecino tuyo. Es el momento de hacer que tu vecino
votante del PP sepa que nos está jodiendo la vida, a nosotros, a nuestros hijos
y a los suyos. Es hora de reaccionar ante la barbarie fascista. Porque, quizá
mañana sea tarde. La calle debe de ser el lugar dónde hagamos partícipes de
nuestro malestar. La calle, la solidaridad y la respuesta masiva. Si el propio
jefe de maderos de valencia nos trata como enemigos, será porque ellos se
sienten enemigos nuestros. Y al enemigo, ni agua.