viernes, 16 de marzo de 2012

HUELGA GENERAL INDEFINIDA.



Leña al mono hasta que cante.
Pongo este escrito, como comentario a un artículo en El Armario de Mercedes.
Estimada Mercedes:
No, no puedo estar de acuerdo con el espíritu general de tu artículo. Aunque haya extremos en los que participe del análisis.
Y el extremo en que menos comulgo es en que los autónomos y pymes levantemos gran cosa.
Los autónomos, que no lo fueran por necesidad, sino por elección, vale.
Pero, la mayoría de autónomos, entre los que me encuentro, los somos por necesidad. Ocupamos el espacio productivo que las grandes y medianas empresas deberían de cubrir con personal en nómina.
Trabajando más horas a mayor ritmo para superar unos costes fijos enormes, tributos y equipamiento. Intentando conseguir unos remanentes económicos para esos espacios temporales en que no abunda el trabajo y en que los costes siguen iguales, incluso mayores por la búsqueda activa de un nuevo tajo. En definitiva, haciendo eso que las buenas formas llaman infame destajo, que debería ser prohibido mucho más tajantemente por las leyes de protección del trabajador.
Los sindicatos mayoritarios han tenido un laxo proceder en muchas  ocasiones, renunciando a la confrontación por conseguir una permanencia de plantillas e incluso de las mismas empresas, posicionadas en un constante chantaje amenazador, en vez de potenciar su capacidad de proporcionar una mayor productividad por trabajador. En la mayoría de los casos han preferido los beneficios a corto plazo y, las cotizadas, el reparto de dividendos, aun en bancarrota técnica. Como sucede ahora con los bancos, constructoras, inmobiliarias y constructoras que han sobrevivido por mayor decencia gestora y diversificación, enérgéticas...
Una gran parte de las empresas que podían haber permanecido activas no lo están porque sus administradores, que no dueños, las han descapitalizado, defraudando a los accionistas y a los pocos trabajadores de plantilla y, sobre todo, a sus proveedores entre los que estamos los los autónomos, que suplíamos a la escasez intencionada de plantillas. Autónomos que cobrábamos además a ciento veinte, ciento cincuenta y ciento noventa y más días. Con pagarés en precario, que una vergonzosa legislación sobre pagos sigue permitiendo.
Ahora se pretende además que los obreros trabajen en condiciones de esclavitud pura y dura. Peor, porque, en muchos casos, el trabajo no estará retribuído con lo necesario para comer y dormir dignamente.
Los autónomos debemos, aunque fuera solamente como personas, estar a favor de un enfrentamiento bélico, no esta pachanga, contra la administración coyuntural del Estado y contra la supervivencia de unas empresas zombies en manos de esclavistas e inútiles sinvergüenzas, que es lo que son la mayoría de los, mal llamados, empresarios, que tienen que ampararse en el control y los recursos de los poderes estatales para inclinar la situación a su favor. Solos no podrían.
Y sí, la huelga es la única herramienta de la que dispone el obrero para conseguir sus reivindicaciones. Pero no una huelga de un día, siempre indefinida hasta que la parte contraria ceda.
Por último, una consideración imprescindible sobre la acción sindical. El poder del sindicato depende del compromiso de su base, todos los trabajadores sindicados o no, que secundan a muerte la acción sindical.
Eso tiene que pasar porque el agravio o la arbitariadad de una sola empresa determine la huelga general. Y esto lo digo desde una posión moderada; la extrema no la digo. Los sindicatos gremiales, que comenzaron a surgir, suplían la dificultad de generalizar un enfrentamiento particular de algunos empleados de cualificación superior y esenciales para el funcionamiento , no sólo del suyo, sino de otros muchos sectores. En definitiva, su huelga sectorial deviene siempre en casi general . Estos gremios han conseguido grandes mejoras de sus condiciones, pero apartados del resto de los, sí, sí, sí  de su clase. A los que además la administración del Estado ha agraviado, con la comprensión y aplauso de sumisos trabajadores como ellos, y de paso a todos los demás y a la ética y la mínima decencia, con la militarización. El colmo..
Por todo esto sí a la huelga general indefinida.
Un abrazo, amiga.
Salud.